El 16 de abril el Ministerio de Educación expidió el Decreto 1290 que deroga los decretos 230 y el 3055 de 2002. Bajo esta nueva reglamentación, el Gobierno le da la potestad a los establecimientos educativos de definir y adoptar la escala de valoración de desempeño estudiantil que mejor se ajuste a sus necesidades. El único requisito es que cada escala escogida debe expresar su equivalencia con la escala nacional (superior, alto, básico y bajo) para facilitar traslados entre colegios. Adicionalmente, también le da la potestad a cada establecimiento educativo de establecer los criterios de promoción escolar dejando de estar sujeto a un nivel máximo de repitencia del 5%.
Este nuevo Decreto ha causado varias opiniones encontradas desde diversos sectores. Entre las más notorias están los problemas que puede generar la libre escogencia de valoración estudiantil. En mi opinión, este no es un problema en absoluto. Todos sabemos que incluso bajo un mismo sistema de calificación un nivel “superior” en el colegio A no es necesariamente equivalente a un “superior” en el colegio B. Esto es conocido por todos y quizás es uno de los motivos por el que muchas Universidades se basan en el puntaje del ICFES y no en las notas de colegio para seleccionar a sus estudiantes. Si existe un sistema de equivalencias claro el problema se soluciona.
El verdadero riesgo del Decreto radica en la libertad que tendrán los establecimientos educativos de fijar el número de estudiantes que deben repetir el año. Diversos estudios internacionales y nacionales han comprobado que uno de los factores que influyen de manera significativa en la deserción estudiantil es la extra-edad. Si bajo esta nueva reglamentación aumenta demasiado la repitencia escolar, la probabilidad de que aumente la deserción estudiantil puede incrementarse también. Esto es preocupante si queremos algún día llegar al ideal plasmado en el Plan Decenal 2007 de una cobertura universal del 100% hasta el grado 11. Por tal motivo, es imperativo que tanto el Ministerio de Educación como los establecimientos educativos lleven a cabo estrategias de detección y tratamiento temprano de estudiantes en riesgo de deserción. Así, podremos evitar que comiencen a aparecer resultados nacionales parecidos a los que tristemente se están viendo hoy en Bogota en donde el último informe de “Bogota: Como Vamos?” muestra que la deserción escolar ha aumentado en el último año.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
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